17/8/10

Crimson Woodstock : Ep 06 "Tullido"

Escucha ahora lo que pasó en el Tullido, pulsando "aquí"


En el barrio del Tullido me encontré con Sarquitos y su compinche Frepsi. Habían prometido introducirme en uno de los locales de Bic, donde recolectaría mi néctar de información. En un coche, donde los drogadictos practicaban sexo, nos esperaba durmiendo Nexus, llamado "el profeta del chute”

―Despierta Nexus, está aquí el detective.

Tras explicarle la situación y convidarle a droga, Nexus accedió a llevarnos a un “caliente”, uno de los garitos que Bic controlaba. Según Nexus, el mismo Bic haría puesta en escena en el local ese mismo día.

Revisé el micro-revólver y lo escondí en mi escroto. Luego maticé mi aspecto demacrándolo un poco: Me rocié la boca con wisky barato y gusanitos de maíz, cambié de camisa a una con botones, con vivos colores, que solía usar para limpiar el coche. Subí con Nexus por la escalera del mugriento piso donde se emplazaba el “caliente” Por el camino topé con toda la élite de la drogodependencia, hasta que llegamos a la puerta, marcada con una grotesca pintada en espray rosa: “SEX”

En la entrada al “caliente”:

―Tenemos que cachearte frend, no queremos listos por aquí.

―Si es que está todo lleno de listos.

Después de estar un tiempo paseando, como un zombi sedado, vi entrar finalmente a Bic, en un llamativo traje blanco. Después de estrechar la mano a las estrellas del vicio y la droga de su local, se acercó a mí peligrosamente. Antes de que pudiera escupir palabra:

―Tú debes de ser nuevo.

―Sí, me llaman “boca fluorescente”. Es la primera vez que vengo a tu local.

―Ponte cómodo. Aquí tienes droga y putas a reventar. Además si te colocas mal o tienes un mal viaje, puedes vomitar o dormir en las escaleras. Soy el único en la ciudad que lo permite.

―Gracias Bic.

Luego miró a sus guarda-espaldas, vestidos con ridículos gorros de nadador, y les habló con firmeza:

―Es hora de irnos muchachos. Me apetece cortarle a alguien la lengua con una katana- mientras se iban del local- Y ha de ser antes de la hora de cenar.

Era justo lo que pensaba; un violento sin ápice de gusto, un matón estandar importado del manicomio. Para que Bic tenga un antro como este tiene que haber gente importante que lo permita. Bic y su compañía teatral suponían la mofa hacia Plutarco. Con el debido respaldo, Bic podía continuar con su tímida actuación, imitando a Montana y fardando de ser un pez gordo. Un desplante para con a quienes muchos consideraban un autentico Cesar del crimen organizado. Estaba seguro de que le estaban utilizando, de que solo era una triste marioneta de trapo, probablemente empalada en la mano de quien pretendía jugar en la misma mesa que Plutarco.