21/9/11

Crimson Woodstock : Ep 09 "El Khan de Suburvia"

Escucha la decrépita voz del Khan, y entra con Crimson en Suburvia. Clic "aquí"


El día había sido muy largo. Las bolingas de Comenzzo, completamente letales a altas horas, me pedían algo de gasolina fría en la garganta. Cogí un taxi de vuelta al Tullido, y le pedí al conductor que lo llevara a lo más profundo y oscuro de aquel inmundo barrio; al paraje latino-mongol.

Aquello nunca tuvo control. La infección fue tan profunda que incluso tuvieron que amputarle al Tullido cualquier comunicación con esta comunidad. Por suerte para 94, ellos nunca quisieron ser parte del mapa. Tan solo querían un pedazo de terreno donde poder dar rienda suelta a su locura.

Donde ni siquiera el Diablo hace preguntas… lo que yo necesitaba.

El taxi me dejó a media milla de allí, al menos eso me indultaba de tener que preocuparme por el taxista.

Estaba en Suburvia, núcleo del paraje. Donde logré encontrar a un viejo conocido, tanto más viejo que conocido, y que apenas se acordaba de mí:

Sostenía la mirada sobre la de aquel anciano. Su barba abultada y seca casi prendía con la fogata que tenía delante. Sin embargo, su piel oscurecida parecía acostumbrada a tocar la llama.
Tosí el humo del mijo, hacía mucho que no lo fumaba.

―Tú ya sabes que nosotros ahorita no podemos salir del paraje. En la ciudad nos tratarían como perros.

El anciano no parecía muy dispuesto a colaborar. Todos a su alrededor me miraban como estatuas, estatuas de ojos rasgados y largas barbas de pelo grueso, sucio y descuidado. En una expresión fría y primitiva, lo que me confundía aún más que el mijo.

―Además, aquí no queremos policías.

Se me acercaban lentamente.

―Yo no soy policía. Soy detective.

―¿Y cuál es la diferencia?

―Que la policía de esta ciudad tiene dos sueldos. Y yo no tengo ninguno.

Con un sutil movimiento de su ojo izquierdo, sus parientes retrocedieron.

―El Comisario ha prometido devolverme la placa si les ayudo con esto.
Veréis, como habréis notado tenéis un problema; ya nadie viene aquí. Esto está muy lejos, es oscuro y peligroso…

―Ese no es el problema.

―La gente prefiere la ciudad…

―¡Ese es el problema!

―Claro, el Turco tiene turcos en cada esquina de 94, con los bolsillos llenos de mijo. Bic tiene calientes por todo el Tullido, con chicas de mejor calidad que las latinas-mongolas. Y tarde o temprano ya nadie vendrá aquí. Sin ingresos esto se convertirá en lo que vosotros mismos tratáis de…

―¡Basta! Entiendo, pero, ¿Qué quieres de nosotros?

―Es muy sencillo anciano. Ahí fuera, en la ciudad, la guerra está a punto de comenzar. Y todos están metidos en el polvorín, incluidos Bic y Turco. Cada uno infla sin parar el globo de la tensión, pero nadie se atreve a reventarlo… Habría que ser imbécil para sospechar de un hispano-mongol, ellos nunca se meten en nada.

―Entiendo -continuó muy pausadamente- ¿Y su jefe quiere que haya una guerra en la ciudad?

―Exacto…y un ganador, él.

―¿En qué has pensado?


Me senté junto al fuego y fumé el mijo con el Khan de Suburvia. Después de reír, beber y conversar durante largo rato, comprendió cual sería su papel en esta función, que representaría con gustoso agrado, llegado el momento.

Ya ebrio, me eché a dormitar en un mugriento agujero que el Khan amablemente me ofreció. Aún con los ojos cerrados y completamente borracho, una idea seguía rondando mi cabeza: Crimson, comisario.

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