9/3/13

Crimson Woodstock : Ep 13 "Dios en Nutty"


Nada más entrar al Vortex, los lamentos de los drogadictos, largos y terriblemente apenados, se propagaban por los largos corredores del viejo caserón. Todo estaba oscuro y lleno de resplandecientes figuras de motivos religiosos, que recordaban que el Vortex es uno de los mayores caldos de cultivo para crear adeptos. Donde nadie tiene nada, más que dolor y sufrimiento, y solo fe y droga para mitigarlos.

Los brillantes ojos en la oscuridad de sus innumerables recovecos me lanzaban miradas desde el mismísimo infierno. Un infierno silencioso y de leves quejidos devastadores y armónicos al mismo tiempo. Era imposible sonsacar pizca de información sin suscitar expectación. Todos los ocupantes parecían aletargados, y los que se movían, trazaban rutas lentas y disparatadas por todo el edificio. Llegué a una gran sala, de la que parecía provenir el origen de las lamentaciones, con un montón de bancas largas de madera, como las de las iglesias, organizadas y orientadas hacia un gran muro, lleno de pintadas. Con lo que parecían grafitis, habían creado un colorido mural. En el centro del mismo la decadente figura de cristo crucificado.


Me senté en una banca, después de acercarme a ella lenta y divagadoramente. Junté mis manos y levanté la cabeza al cristo dibujado. A mi derecha se acercaba un señor de extraña vestimenta. Alto y delgado, de finos dedos y con la cara cubierta por un caperuzón cerrado de cuero. “Doctrina” lo llamaban. Iba haciendo preguntas a los presentes y ahora se me acercaba. “Doctrina” podría ser el asesino al que buscaba, así que le detuve junto a mí, solicitando su “ayuda”:

―”Doctrina” Me siento muy mal. Me siento muy mal…

―Es normal hermano. Cuéntame ¿Cuáles son tus pecados? ¿¡Cuáles son tus pecados!?

―Tengo mucha ira, mucho odio. Oh “Doctrina”.

―Mucha ira y mucho odio. La ira del mundo es infinita, como la ira de Dios. Escucha estas palabras del apocalipsis hermano, busca en ellas el consuelo:

“Y fue entonces que los hombres entraron en Gandía, donde el rey crotalado les ofreció pensión completa. Saciaron su sed con salsa agridulce y comieron los tallarines del señor de Gandía, más no duró su unión con la mosca que revoloteó tres veces en el radar, antes siquiera de ser advertida por el tuerto, en el rincón sagrado…”

Mientras le oía, y dejaba su esquelética mano reposar sobre mi hombro, una ridícula vocecilla canturreante llegó a mi oído. Pese a tratarse de una canción ligeramente deformada por su interprete, me hizo pensar en su posible compositor, alejándome de las palabras de “Doctrina”

Pude entender en la canción:

“Hay una casa, sola sin luz, donde yo logré ocultarme…

Intenté girarme a mirar, impresionado por la reveladora canción que había logrado crispar mis nervios. Pero “Doctrina” enseguida se percató de que no le prestaba atención, y alzó la voz junto a mi oído:

―Escúchame hermano. ¡Escucha la palabra de Dios!

Le aparté bruscamente, tirándole al suelo. Rompí en aquel instante la tranquilidad que se apoderaba del Vortex. Me levanté entre un creciente jaleo de voces, y tenebrosas caras irritadas que caminaban hacía mí. Sin embargo, como por otra línea, seguía escuchando aquella canción:

…y así poder mi tristeza llorar, de un ayer cruel e infame”

Era una canción de Nino Bravo. Al encontrar entre el tumulto a su interprete comprendí que la trampa se había consumado. Me había descubierto antes que yo a él. Traté de echar mano a la pistola, pero el aquel misterioso sujeto ya me estaba encañonando, escuché el gatillo,el silbar de la bala tras el estruendoso disparo…

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