Llama por el “manos libres” de su móvil mientras conduce, con el resto de su movilidad elabora un mcfardigan:
― ¿Sí?
― Te llamo porque te has dejado los escrúpulos en mi casa.
― ¿Cómo?
― Tú no tienes que venir mañana, tenias que venir ayer. Pero ¿a qué crees que estamos jugando? ¿Crees que me importa el clima?
― Un momento. Me estoy quedando flipada…
― No, te has quedado escuálida. Has lindado tu culo de media nalga con el gas toxico de mi escape y pretendes torpedear como una ráfaga de pedos de camello. Quieres que elabore un plan y te recoja en mi alfombra mágica para ver los collares del sultán, pero, ¿y qué pasa con mis pelos de gorila?
Ella cuelga. Pero Mcneal sigue mascando chicle y conduciendo con sus rodillas, mientras los dedos de ambas manos se impregnan de partículas cancerígenas y verdes.
Vuelve a llamar:
―¿Sí?
―Sí, Quiero una familiar de peperoni.
―¿Me deja un número por favor?
―Este
―¿Me lo puede decir?
―Sí. Este
―¿Y una dirección?
―En la A4. Estoy a diez minutos de Cádiz, voy en coche. ¿Dónde está el restaurante? ¡Rápido señorita! He de encender el petardo.
―¿Cómo? Estoy flipando…
10/10/10
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