¡Por fin! He concluido la divertida historia de Crimsom, para vuestro disfrute. Voy a publicarla por partes, para no cansar, poco a poco, espero que os guste...
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Le subieron por la escalera, arrastrándole como red de pesca. Lo derribaron frente al caudillo de la nueva generación de hispano-hablantes:
Si existe, lo controlo yo.
El soberano, reclinado en un sillón de cuero sintético blanco, se sentía arropado por su sequito de reciclados ex convictos. Todos con gorros de nadador muy ajustados de color negro. Aunque estaban de moda, ellos se diferenciaban por llevarlo casi tapándoles la visión, comiéndoles ya la ceja.
Psicosomáticos
La palabra sonaba en su mente, atemorizada y plegada, entre sollozos y ruegos.
No, no les dije nada, lo juro.
Se puso en pie. Su traje blanco, a juego con su sofá, le daba un aire distinguido y despiadado al mismo tiempo. La elegancia del crimen:
Me gusta esa palabra, y también abandono, y escaso, aunque estas no van muy a la conversación. ¿Quién controla a quien?
La perplejidad en su sufrido rostro, se esperaba lo peor.
¿Qué? Le preguntó prácticamente mirándole desde el suelo
Ahora mismo, en este preciso instante. ¿Quién controla a quien?
Antes de ponerse a llorar, en idioma berrinche, se le pudo apreciar una respuesta nítida.
Yo no controlo una mierda.
Los matones de Bic echaron a reír. Mientras el autor del “chiste” se retorcía en suplicas y llantos por el piso.
Mírate. Ahora mismo podrían someterte con una pistola de agua. “Yo no controlo una mierda” Dijo ridiculizando su voz quebrada, haciendo mofa de ella 94-14 es una ciudad dura chico. Lo único que tienes que pensar es precisamente en lo que no has pensado, en sobrevivir.
Por favor Bic, por favor, no me mate.
Tus intervenciones gozan de poco crédito, además, al reiterarte pierdes la gracia. Si tú controlases la situación no tendrías que balbucear como pescada en la arena. Desde un prisma ahora menos reflexivo, la locura en sus ojos enfoscada en una nueva pregunta ¿Quieres controlar la situación?
¿Qué? Volvió a preguntar, abandonando un poco el llanto.
En un movimiento nervioso y rápido, conducido por el impulso de cómo quien padece epilepsia, su voz furiosa se elevó mucho sobre el tono general que allí había hasta ese momento.
¡No! ¡No, imbécil! ¡Solo tienes que responder sí! Su cara quedó apretada como sus dientes. Su pelo hasta entonces perfectamente peinado, dejo mechones alborotados sobre su frente, en la que se apreciaba sudor. La violencia desatada en el momento, alcanzhttp://www.blogger.com/img/blank.gifó también a los suyos, que guardaban silencio http://www.blogger.com/img/blank.gifimpresionados ¡Sí! Reitero casi sin aliento, sin fuerza.
Te lo preguntaré de nuevo. Quieres controlar la situación, ¿verdad?
Solo quiero irme a casa. Por favor Bic, deja que me vaya.
El jefe miró a sus uniformados esbirros, buscando en ellos un atisbo de compresión en sus miradas. Preguntándose en silencio que iba a hacer con el…
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